Un mundo regido por la IA: lo que nos espera
Los millennials hemos vivido y crecido entre épocas: demasiado tarde para participar de las fundaciones de la informática, demasiado temprano para adoptar de forma natural el modelo de vida en línea que rige actualmente. Criados y formados bajo un antiguo modelo educativo basado en memorizar; desafiados a contribuir a la sociedad mediante la ejecución de procesos creativos y disruptivos. Hemos observado cómo el mercado laboral ha mutado desde una oferta laboral local a un modelo de negocios descentralizado; desde ambientes laborales culturalmente homogéneos y presenciales, a entornos virtuales mayoritariamente compuestos por grupos enriquecedoramente diversos de colaboradores, enmarcado por convenciones de trabajo y comunicación, cuanto menos, distantes a los usos y costumbres locales.
Sumado a lo anterior, los nacidos en un país en vías de desarrollo hemos experimentado, en promedio, algunos desafíos adicionales: falta de preparación práctica en tecnología, idiomas, economía y relaciones sociales durante nuestra formación básica. Aquellos que hemos logrado llegar un poco más allá que el promedio, hemos tenido que desarrollar una característica autodidacta, en ocasiones contraria a los mandatos sociales. Hemos tenido que aprender a obtener la novedad para volvernos competitivos. Hemos tenido que lograr, de alguna forma, estar un paso adelante de lo que el entorno local nos ofrece, tal como el caso de asimilar el estado actual de nuestro campo de interés, en paralelo con la formación teórica que la universidad nos ha ofrecido. Este es el costo de haber nacido y crecido en un país mayoritariamente consumidor de servicios, en lugar de uno productor de estos activos.
Y todo lo anterior no nos hace mejores. Sólo nos hace capaces, lo cual, debo reconocer, no es poco en un mercado global saturado de talento. Y si hay algo que hemos aprendido durante nuestras carreras, es que la dinámica evolutiva jamás se detiene; por el contrario, acelera año tras año. La oferta de herramientas de productividad no se detiene. Los paradigmas que antes se reinventaban anualmente (parecería que) hoy lo están haciendo en cuestión de unos pocos meses.
La convergencia tecnológica se está evidenciado día a día. La gran mayoría de nosotros nos hemos sentado cómodamente sobre el valle de saturación de la “curva S” de los procesos tecnológicos que hoy podríamos denominar como tradicionales (sistemas con lógica de negocio estática ejecutándose en la nube), y no hemos participado activamente del nacimiento de la siguiente iteración: sistemas que pueden ser capaces de comprender requerimientos de alto nivel por parte de un usuario. Esta característica fundamental en cualquier profesional de saber interpretar aquello que el cliente desea y materializarlo en una definición técnica, tendrá que competir en adelante con sistemas que no demoran en responder, no se enferman, no tienen excusas, no ocasionarán costos imprevistos y entregarán resultados con mayor calidad y confianza día tras día.
Debemos ser conscientes que desde este momento en la historia todo cambiará. Para comprender el impacto de esta transformación, citemos algunos pocos ejemplos de sectores que hoy en día están de hecho viéndose impactados por este cambio generacional: ingeniería, abogacía, medicina, redacción, diseño, programación, provisión de información, marketing, logística y planificación, vigilancia y atención a clientes. Todos los anteriores, sectores que atraviesan transversalmente, de forma directa o indirecta, a cualquier modelo de negocio. Desde luego que esto no es un efecto inesperado, ya que dichos sistemas fueron estrictamente ideados para satisfacer esta demanda. Como efecto colateral, la economía internacional sufrirá cambios profundos a causa de este salto evolutivo: los índices bursátiles ciertamente se reconfigurarán a corto plazo. La seguridad también está viéndose comprometida al vulnerarse la noción de lo que hasta hoy concebimos como individuo digital.
Dicho todo lo anterior, en nuestro rol de profesionales debemos colaborar a dar forma a este nuevo conjunto de tecnologías, a definir nuestras demandas para que de esta forma surja una oferta orientada a asistir en nuestra labor, que realmente potencie nuestra productividad y nos permita centrarnos en el valor agregado que podemos aportar a través de nuestra personalidad y experiencia. Como ejemplos, el arquitecto podrá generar decenas de planos mediante IA en base a ciertos parámetros para luego filtrarlos, moverlos a su tablero de trabajo refinarlos en base al componente emocional que le ha transmitido el cliente y a las normativas locales específicas; el técnico en imágenes de diagnóstico deberá convalidar un dictamen automáticamente emitido, además de contar con el conocimiento técnico para utilizar dicha herramienta; el programador podrá centrarse en definir los parámetros del negocio en cuanto a modelo de arquitectura, formatos de entradas y salidas, estándares de código, y requerimientos técnicos de experiencia de usuario, dejando a la IA el trabajo de implementación. En el último caso, no debería sorprendemos ver cómo año tras año las barreras de lo que conocemos como lenguajes de programación se desvanezcan, convirtiéndose de forma directa en lenguaje de máquina y olvidándonos de los viejos tiempos de escribir código con nuestras propias manos, del mismo modo que ha ocurrido con la gestión programática de interrupciones antes de la aparición de los sistemas operativos multitarea.
Como millennials debemos una vez más subirnos a la ola: el momento es hoy. No debemos hacerlo por temor a nuestra obsolecencia sino por el valor que nuestra experiencia puede aportar a este proceso de transformación. Este aporte será bien recompensado sin dudas.
Como latinoamericanos debemos tomar un rol protagónico en nuestra sociedad, proponer e incentivar una actualización educativa necesaria desde hace décadas que traslade los conceptos descritos al comienzo de este artículo al ciclo de formación básica, abriendo espacio en la formación superior a conceptos actuales centrados en el valor agregado como seres humanos, e integrando a los fundamentos técnicos la participación de estas nuevas herramientas, haciendo foco en el futuro. Tenemos que centrar nuestros criterios de evaluación en el juicio de valor humano, en la ética y en la capacidad de obtener resultados, destacando el compromiso de los estudiantes para con las tareas encomendadas y generando espacios de intercambio de opiniones. Desde una perspectiva laboral, debemos además aspirar a la participación activa en la creación de tendencias, abandonando al menos parcialmente nuestra posición de consumidores permanentes, sin mayor pretensión que la de hacer un aporte activo al desarrollo de la humanidad.
Nota al pie: al momento de escribir este artículo, el sistema de IA de moda es ChatGPT4, siendo esta una herramienta de propósito general. Sin embargo, estimado lector, lo invito a hacer una búsqueda rápida de herramientas IA, usando el prefijo “IA generated …”. Le sorprenderá la oferta de herramientas actualmente disponible. En caso de no encontrar lo que busca, quizá esté frente a una buena oportunidad de negocio.